9 de julio de 2009

Producción de Textos: El cuento



Uno de los inconvenientes con los que tropiezan a la hora de producir textos es que no saben cómo empezar o creen que sólo se puede comenzar con "Había una vez...", aunque no sea un cuento lo que se narra.
Por eso deseo alcanzarles el "Decálogo del Perfecto Cuentista" que, seguramente, los podrá ayudar bastante.
Decálogo del Perfecto Cuentista
I. Cree en el maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.
II. Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes con dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás, sin saberlo tú mismo.
III. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquier otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV. Ten fe ciega, no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra a dónde vas. En un cuento bien logrado las tres primeras líneas tiene casi la misma importancia que las tres últimas.
VI. Si quieras expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río, soplaba un viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de las palabras, no te preocupes de observar si son consonantes o asonantes.VII. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él, solo, tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII. Toma a los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distrigas viendo tu lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala y evócala. Si eres capaz de revivirla tal cual fue. has llegado en arte a la mitad del camino.
X. No pienses en los amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene vida en el cuento.

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