25 de junio de 2012

La otredad en "Lejana"

La otredad en "Lejana"
 A través del análisis del cuento Lejana, diario de Alina Reyes, publicado en 1951 por Julio Cortázar, identificamos una serie paralela de mundos posibles, donde lo fantástico viaja simultáneo y paralelo a lo real: entre este mundo y aquel, entre lo real y lo escrito; atraviesan ciudades, personas modificando vidas; la reunión de las dos partes en un solo personaje; la fusión intensa que permite que al final el narrador ya no sea Alina Reyes, sino la voz de la manifestación de ella misma "Me acuerdo que un día pensé "Allá me pegan, allá la nieve me entra por los zapatos y esto lo sé en el momento, cuando me está ocurriendo allá yo lo sé al mismo tiempo ¿Pero por qué al mismo tiempo? A lo mejor me llega más tarde, a lo mejor no ha ocurrido todavía (...)". La ambigüedad se expresa claramente en la narrativa de la protagonista. "Porque a mí, la lejana, no la quieren." Aquí el uso de la primera persona y de la tercera persona del singular denota esa dicotomía. Alina Reyes es el pasaje de una interioridad reservada que al pasar el puente se exterioriza irracionalmente; las dos partes se unen y se vuelven a dividir de una manera imperceptible, y de esta nueva división surge una especie de traspaso del ser, en el que Alina se convierte en la mendiga, y grita, "De frío, porque la nieve le estaba entrando por los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes, lindísima en su sastre gris, el pelo un poco suelto contra el viento, sin dar vuelta a la cara y yéndose." Alina Reyes necesita salvar a la otra para ser la otra, la que no llegó a ser y siempre habitó su interior, porque la ausencia no se llena hasta el encuentro final de las dos almas. El vacío de una superficialidad que la hace pobre en su riqueza; búsqueda y hallazgo de su alma; sufre, porque quiere sufrir porque sufrir es ser por fin ella. Necesita el puente, el frío y el dolor para que sepan que Alina Reyes no es sino su antítesis. Si proyectada salva, es salvada también, porque aún en el dolor siente el placer de ser la fuerza extraña que no es extraña. Lo uno y lo múltiple, la identidad y la diversidad; desalojada por la entrevisión de la multiplicidad. El concepto de individuo unívoco, en el que el encuentro con el otro; encuentro con uno mismo; descomposición de la personalidad individual, es también irrupción de lo otro, presencia de lo desconocido en la propia conciencia. El texto anuncia "Diario de Alina Reyes" y comienza siendo narrado en primera persona, con todo el intimismo, la naturalidad y la autenticidad que la forma del diario de vida conlleva y el sujeto enunciante desdoblado. El estilo introspectivo del yo que dialoga consigo mismo a solas constituye una especie de garantía de fidelidad respecto de las ideas y sentires. Es espejo en el que la protagonista se contempla y, en este sentido, es en sí mismo dador de identidad. La yuxtaposición de hechos que se enumeran sin nexo aparente o bien las construcciones elípticas sugieren en ocasiones el divagar de la conciencia: "Pero sí, Alina Reyes, y por eso anoche fue otra vez, sentirla y el odio". Los coloquialismos léxicos "soy una chica sin humos"; "parapeto", entre los que llama la atención una solitaria inclusión del característico "che", "Eso le da frío a cualquiera, che, aquí o en Francia", además de los familiarismos, los diminutivos y aumentativos: "M'hijita, la última vez que te pido que me acompañes al piano. Hicimos un papelón"; "enormísimo", "abrigadísimo", "delgadísima", "lindísima", a lo que debe sumarse el uso de fragmentos en lenguas extranjeras "Votre ame est un paysage choisi...", "piré, champagne", "Now I lay me down to sleep; factor que contribuye a la configuración de un personaje en tránsito que habita espacios simultáneos, pero distintos y distantes. No fundidos. Expansión del ego, revelando la indeterminación de la propia identidad; la irrupción de lo otro, lo que en apariencia lejano y sin conexión, sin embargo, se va apoderando hasta compartir la identidad de la protagonista. Alina es una especie de anagrama vivo en el que el espacio en blanco o los puntos suspensivos insinúan que es alguien más, que le falta algo para ser totalmente, algo que aún no ha descubierto, completamente opuesto a lo que ella sabe y cree de sí: se trata de un otro yo, de otra realidad. Efectivamente, a partir de aquel juego del lenguaje se constata que 'la lejana' está elaborada en cuanto doble opuesto de Alina; todo en ella constituye la antítesis de la protagonista. Ambas conciencias se iluminan mutuamente, configurándose como el reflejo invertido de cada una. De ahí que se configuren en cuanto opuestos complementarios, relación en la que los límites de la ajenidad tienden a desvanecerse. No en vano la otredad se manifiesta en este relato mediante la experiencia de una presencia ajena como si fuera propia, de una voz extrínseca hablando desde adentro. Coexistencia simultánea de esos dos yo. Es más bien un problema de perspectivas opuestas conviviendo en un mismo ser. La continua presencia ajena-lejana enfatiza en Alina el sentimiento de descolocación, de estar a medias, una incomodidad que no la deja ser feliz ni con una realidad ni con la otra. El proceso de conciencia que el diario narra, va mostrando cómo lo otro irrumpe progresivamente en el yo, cómo lo cotidiano es sobresaltado por lo insólito, cómo lo fantástico se va apoderando poco a poco de toda realidad razonable y cierta -destruyendo toda lógica y certidumbre-. Se da así una lucha de personalidades, expresada estilísticamente por medio del uso intercalado de la primera y la tercera personas. El discurso ajeno se yuxtapone al propio, lo invade: "porque soy yo y le pegan"; "Porque a mí, a la lejana, no la quieren". No existe un diálogo, pero sí el deseo de comunicación, expresado en las ansias de Alina de enviarle un telegrama a la Lejana. "Sujeto y discurso se pluralizan agudamente y el cuento como tal se transforma en un espacio donde uno y otro pierden sus identidades seguras y definidas..." La protagonista deviene, en tal sentido, sujeto heterogéneo, plural y también sujeto transcultural, en el sentido de que en ella se da un proceso transitivo, de paso entre mundos. Tal vez por ello es que a medida que el cuento y los días en el diario avanzan, el yo evoluciona hacia una posición de aceptación del otro e incluso de deseo de encuentro y de posesión. Aquí la figura del puente, adquiere relevancia primordial. A Alina le obsesiona la idea del puente; "Más fácil salir a buscar ese puente, salir en busca mía y encontrarme como ahora, porque ya he andado la mitad del puente entre gritos y aplausos..." El puente como posibilidad de paso, de cruce del umbral y, consecuentemente, de reunión e integración. Juego confuso y a veces angustiante entre las imágenes del yo y del otro, del yo que no sólo es incapaz de sacudirse del otro sino que además se reconoce en él constantemente. El anhelo de reunión, de fusión de la identidad quebrada de la protagonista -"Se doblegará si realmente soy yo, se sumará a mi zona iluminada, más bella y cierta con solo ir a su lado y apoyarle una mano en el hombro". El diario culmina el 7 de febrero y da paso a una voz en tercera persona, un narrador aparentemente omnisciente, certero, que relatará el anhelado encuentro final, en medio del puente de Budapest. Ceñía a la mujer delgadísima, sintiéndola entera y absoluta dentro de su abrazo, con un crecer de felicidad igual a un himno, a un soltarse de palomas, al río cantando. Cerró los ojos en la fusión total, rehuyendo las sensaciones de afuera, la luz crepuscular; repentinamente tan cansada, pero segura de su victoria, sin celebrarlo pero tan suyo.
fuente:http://delaberintosydeespejos.blogspot.com.ar/2011/12/la-otredad-en-la-lejana.html

Cuento Circe de Cortázar

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